domingo, 26 de octubre de 2008

5. Un cadáver en la niebla II

El cadáver de la mujer que conocí como Diane Tremayne había sido literalmente follado a puñaladas. El cuerpo estaba boca arriba. Los brazos por encima de la cabeza como una odalisca y las piernas abiertas hasta que los talones rozaban las orejas. Desde el cuello hasta las piernas, su cuerpo no ofrecía un lugar que no hubiera sido perforado. La mayor concentración de heridas se presentaban en el pecho y la entrepierna. Dentro de lo grotesco, la cara casi la habían respetado. Solo le habían partido la nariz hundiéndosela por entero en la cara. Le habían dibujado en la mejilla derecha un "I". La mandíbula aparecía desencajada de tal forma que parecía que encontraba divertida la situación y la lengua la habían clavado con una grapa en mitad de la frente. Pese a las heridas, aun se reconocía la cara de mi antigua cliente en aquel puzzle diseñado por un ciego.

Y en un detalle realmente inquietante le habían puesto en la cabeza unas orejas de burro hechas de felpa.

A primera vista parecía que iba desnuda, lo que podría explicar los vómitos. Pero si uno se fijaba bien y desviaba la atención de los preciosos tobillos de la doctora Monroe, ayudante primera del forense, podía ver que sí iba vestida, pero que su vestido estaba destrozado por las heridas. Eso sí, a ojos y pesadillas de los espectadores, se ofrecían sus rubicundos pechos como sacrificios a la luz de la luna. Sin embargo, a uno le faltaba un pezón y el otro pendía hasta casi rozar el suelo.

- Joder... parece que alguien se lo pasó bien anoche.
- Y eso que no has visto el coño. Se la han follado con un cuchillo.
- ¿Cómo sabes que ha sido con un cuchillo?
- Hablo por hablar, Cooper. Como comprenderás esto no se hace con un ladrillo.
- Lo pillo.
- Lo que no sabemos es si se lo hicieron mientras estaba viva. Sé que hay tías que les gusta meterse cosas raras, mi madre es un buen ejemplo de ello, pero dudo que esto sea un ejercicio de masturbacion extrema.
- ¿Con una sierra?
- O con un hacha de leñador... Tendremos que esperar a la autopsia.
- Quien ha hecho esto es todo un artesano.
- ¿Y mi bocadillo?
Alcé la vista. Walsh recibió su bocadillo. Hablaba y masticaba a la vez y podía ver perfectamente la primera parte de su proceso digestivo.
- ¿Pueden darle la vuelta?
Un par de técnicos, con ayuda de una mula, giraron lentamente el cadáver.
- Hay algo escrito.
- Sí - dijo Walhs -. Nuestros chicos ya lo han visto y lo han apuntado en alguna parte.
Leí lo que había escrito en la amplia espalda de mi cliente.

Ésta es la hora de la noche en que las tumbas
abren del todo sus rugientes bocas.

- ¿Qué significa?
- Ni puta idea - dijo Walsh -. Ya sabes que yo de letras no entiendo. Lo máximo que llego a leer son las pintadas de las puertas de los lavabos. Supongo que alguien se aburre. No es un trabajo fino, Cooper, pero no se puede decir que no es efectivo. Y ahora pregunta de exámen, ¿cuál crees que es la causa de la muerte?
Medité un rato la respuesta.
- Envenenamiento por plomo.
Walsh lanzó al aire una de sus poderosas carcajadas. Su risa se parecía al rebuzno de un burro cuando lo castraban con dos planchas calientes.
- Oye... - dijo uno de los técnicos -. Que esto pesa.
Y dejaron caer el cadáver levantando una nube de polvo. Por suerte no me pilló un pie. Si no ahora estaría ganándome la vida como el bailarín cojo de la salida del metro.
- ¿Cuántas heridas calculas?
No contesté.
- Si te interesa, los chicos del forense han hecho una apuesta. Se juegan veinte dólares por cabeza. La apuesta más baja son veinticinco heridas y la más alta, cuarenta. Si quieres te puedes apuntar...
- No gracias.
- Esto me recuerda a un caso que tuve hace unos años. La prensa lo llamó el carnicero de Alabama, yo lo recuerdo como el gilipollas aquel.
- Es menos poético.
- ¿Sabes algo del caso?
No contesté porque sabía que no esperaba una respuesta de mí. Walsh estaba dando vueltas con la esperanza que le contara lo que sabía de Diane Tremayne. No se lo iba a poner fácil. Dejaría que preguntase él, y luego yo le contaría lo que me saliera de mis grandes y duras pelotas.

- Un tipo en Alabama se aburre. Hasta aquí normal en un sitio donde solo puedes follarte a tus gallinas o ahorcar negros. Pero el tipo se aburre más de lo normal, así que decide cargarse a la zorra de su mujer y no se le ocurre otra cosa que clavarle un cuchillo de caza en la cabeza. Pero tiene tan mala suerte que la esposa no muere ni a la primera, ni a la segunda, ni a la quinta... tiene que clavarle catorce veces el cuchillo en la cabeza para que la mujer deje de darle patadas en los huevos... pero ahí no acaba la cosa, porque según parece la mujer tendría algún pariente que sería un pavo porque se lía a correr por el pueblo con la cabeza abierta y escupiendo sesos mientras el marido corre que te corre detrás de ella con el cuchillo en la mano y diciendo que es que estaba aburrido. Lo detuvieron cuando terminó por pisar el césped de la casa de alcalde.

Había oído esta historia un millón de veces y estaba convencido de que se la había inventado. Dentro de Walsh vivía un escritor de novela pulp frustrado. Un par de años después descubrí que la historia era cierta, y que la protagonista era su hermana pequeña.

El pecho izquierdo de Diane Tremayne había sido mordido. Como si lo intentaran arrancar a bocados.

Aunque la habían perforado de arriba a abajo, no estaba abierta lo suficiente como para tener que ir esquivando las tripas.

Y no había sangre.

- La han movido.
- Eres un genio,Cooper. Eso es de primero. No hay sangre, no la han matado aquí.
- ¿Tenéis alguna idea de dónde la mataron?
- Estamos trabajando en eso...
- Espero que Eloise no tenga que limpiar el lugar del crimen... debe de haber perdido toda la sangre allí.

Mirando el cadáver no podía decir que lo sintiera por ella. Lo que me irritaba era que cliente muerto no paga. Y yo pensaba sacar tajada de esta tajada. Lo suficiente como para pagar mis deudas y comprarme una camisa nueva. La vida no es justa. Saqué un cigarrillo. Mierda. Joder. Perfecto. Las cerillas estaban húmedas por culpa de la niebla.

- Mejor no fumes aquí, Cooper. Tiras una colilla sin querer y ya tenemos sospechoso. Vamos a tomar una copa y fuma todo lo que quieras.
- Una gran idea... y aprovecharemos para hacer un resumen de todo esto.

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